Keto es el nombre popular y más conocido para la dieta cetogénica, utilizada ampliamente desde 1921 en neurología para el tratamiento de la epilepsia refractaria, especialmente en pacientes pediátricos. La misma consiste en reducir o suprimir el aporte de carbohidratos en la alimentación, obligando al organismo a utilizar como combustible los cuerpos cetónicos, generados a partir de la degradación de grasas.

 

Desde los años 70 y popularizada por la famosa dieta del Dr. Atkins, se ha evidenciado su efecto positivo en el control de peso y en la mejora de condiciones metabólicas como diabetes tipo 2, resistencia a la insulina, síndrome de ovario poliquístico y enfermedades neurodegenerativas.

 

Pero ¿se puede considerar la dieta Keto como el tratamiento de elección para todos los pacientes obesos o en sobrepeso?

Lo primero que debemos reconocer es que este tipo de dieta no es completa ni balanceada, ya que el consumo de carbohidratos no sobrepasa de un 5 a 10 % del aporte total de calorías, dando mayor importancia al aporte de grasas entre un 60 a 75 % y las proteínas entre un 20 a 30 %.

Como se puede observar, se restringe considerablemente el grupo de los carbohidratos, los cuáles cumplen en el cuerpo la función energética. Aquí están incluidos los cereales, arroz, trigo, avena, harinas y productos derivados como pan, galletas y bizcochos, azúcar y cualquier alimento o bebida que lo contenga, la mayoría de los víveres, las legumbres, numerosas frutas y varios vegetales, por lo que, también se ve disminuido el aporte de fibra, vitaminas y minerales provenientes de estos alimentos.

 

El aporte de grasas es elevado, y aún cuando las recomendaciones es que sean grasas saludables, muchos de los usuarios abusan del consumo de grasas saturadas provenientes de carnes, huevos y pescados en preparaciones fritas, así como de embutidos grasosos y ahumados como la tocineta, jamones, chorizos y otros. Esto aumenta la probabilidad de alterar sus niveles de colesterol total y fraccionado e incrementar el riesgo cardiovascular.

 

Probablemente, los efectos más llamativos de la dieta Keto y por lo que se ha hecho más popular es la pérdida rápida de peso y la supresión del apetito debido a la circulación de cuerpos cetónicos. Para personas muy ansiosas y con poco control en sus impulsos para consumir dulces, estos efectos resultan bastante efectivos y motivadores.

 

La principal desventaja que veo, a mi juicio como profesional de la nutrición, es que si bien es una dieta con aplicaciones y usos en casos de obesidad, que puede ser una alternativa efectiva de tratamiento bajo estricto criterio médico, especialmente en personas que han fallado a otros tratamientos o que se ha demostrado su intoleracia o poca respuesta a dietas con carbohidratos, su amplia difusión en la población general ha llevado a un uso indiscriminado y sin supervisión de la misma. Es común encontrar sitios de internet y perfiles de redes sociales, de auto proclamados expertos en dieta Keto, proporcionando planes, recetas y recomendaciones, basados únicamente en la lectura de algún material y/o en su experencia personal llevando dicho régimen. Sin conocer el estado metabólico ni la función de los órganos previo al inicio de este tratamiento.

 

El período de transición hasta alcanzar el estado de cetosis puede presentar múltiples síntomas parecidos a un resfriado como dolor de cabeza, debilidad, malestar general, cansancio y mareos, por lo que se le ha denominado “keto flu” o “gripe keto”, esto tarda generalmente unos 3 días y se recomienda mantener una buena hidratación para contrarrestar dichos síntomas.

La dieta Keto tiene restricción de muchos alimentos, por lo que se torna muy repetitiva y requiere de mucha creatividad para presentar los mismos alimentos de formas variadas y apetecibles. Además de que se ve disminuido el aporte de nutrientes esenciales, por lo que una correcta suplementación de vitaminas, minerales  para prevenir deficiencias y fibra para evitar el estreñimiento, debe ser manejada por un especialista de la nutrición.

 

Aunque se ven resultados increíbles en poco tiempo, la falta de asesoría y lo monótono que puede llegar a ser la dieta, hace que sea difícil sostenerla en el tiempo, llevando esto a abandono de la misma de forma brusca, lo que lleva al temido efecto rebote, reganar el peso perdido y hasta un poco más.

 

Mi recomendación final, es que si estás interesado en llevar este régimen te asesores con un nutriólogo y te asegures que sea el tratamiento adecuado para ti, basado en tu historia clínica y dietética, tu médico te indicará análisis para asegurar que tus órganos estén en óptimas condiciones para los cambios metabólicos que representan este tipo de dietas, te indicará los suplementos necesarios y te acompañará en el proceso para que logres tu meta de peso, evites complicaciones y alcances también la reeduación alimentaria, que te permitirá disfrutar de los resultados a largo plazo.

 

Dra. Erily Marmolejos

Nutrióloga Clínica/Obesóloga-Dietista

@docmarmolejos

 

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